Mustang, la ópera prima de la directora Deniz Gamze Ergüven, es la producción independiente sorpresa de la temporada, con una gran cantidad de premios y nominaciones a sus espaldas, como su triunfo en los César franceses, la Seminci de Valladolid, el Goya a Mejor Película Extranjera o la nominación al Oscar en la misma categoría.
Ambientada en Turquía, narra la historia de 5 hermanas; 5 jóvenes preciosas, alegres e inquietas, que tras jugar inocentemente con unos chicos en la playa, se verán confinadas en su hogar por las absurdas creencias religiosas y la estúpida defensa del honor de las muchachas.
Encerradas en su casa, que cada vez se convierte en una prisión más severa, cada hermana se enfrentará a la injusta situación de manera diferente, mientras todo es visto desde la óptica de la más joven de las chicas.
Lo que la directora nos muestra en esta deliciosa película es un canto a la libertad y un grito de rebeldía contra la represión que sufren las mujeres en tantos y tantos lugares del planeta. Así, como el salvaje caballo del título, esta historia quiere simbolizar la lucha contra la opresión al sexo femenino.
Lo mejor de esta producción la encontramos en sus líricas imágenes, tan inocentes como bellas y sensuales, donde las jóvenes van pasando los días, intentando encontrar una falsa normalidad en medio del despertar sexual de la adolescencia. Imágenes emotivas que se ven engrandecidas por una fotografía de radiante luminosidad, que realzan la innata independencia que late dentro de las pequeñas.
Un cine denuncia casi ingenuo, que funciona mejor en su vertiente formalista, cuando describe el universo de las jóvenes, que como pura crítica de una religión y sociedad represiva.
Lo mejor: que la luz permanezca sobre la oscuridad de fanáticos religiosos y machistas fundamentalistas.
Lo peor: a veces resulta un poco irreal, al estar la historia plenamente supeditada a lo que desea contar, por ejemplo en el final, poco creíble (aunque de agradecer).